La cultura contemporánea nos proporciona innumerables formas de entretenimiento, desde libros, películas y juegos, hasta conciertos, exposiciones y diversos eventos. Dentro de esta diversidad, se vuelve cada vez más difícil encontrar algo realmente excepcional que deje una impresión duradera. Sin embargo, incluso en la avalancha de productos, a veces encontramos algo que destaque por su estilo, calidad de trabajo o impacto emocional. Lo que valoro más en una buena obra de cultura es la autenticidad y un concepto bien pensado. Independientemente del medio, ya sea una película, un libro o un juego, es importante que el creador tenga algo que decir y pueda transmitirlo de una manera original. La honestidad a menudo funciona más duro que la maestría técnica. Esto se puede comparar a una conversación: recordamos a las personas que hablan con pasión y convicción más que a las que solo recitan frases memorizadas. Por otro lado, vale la pena notar lo importante que son los detalles: una ruta de sonido bien elegida.